Coincidieron en una asamblea de vecinos. Uno estaba por principio en contra de todo lo que el gobierno había hecho. Se parecía a uno que guardaba una carretilla de helados, que no quería que el calor los derritiera.
El otro estaba a favor y presumía de los avances sociales que habían ocurrido en el país. Era como quien llevaba en sus manos una antorcha con fuego que todo lo purificase.
Pero no era de noche. Lucía el sol. Todavía iluminaba a todos. Pero ni el uno ni el otro dejaban que la luz les brillara. El sol derritió el hielo de unos, y la sombra se fue haciendo y con el rocío de la tardecita se apagó la antorcha del segundo.
Ni el uno ni el otro pudieron ponerse de acuerdo en juntar sus esfuerzos para en los ratos libres terminar de hacer el muro que impidiera que el agua saliera del jardín y los niños, de uno y de otro, pudieran jugar tranquilos en el patio común de la vecindad.
Era una propuesta que beneficiaba a ambos. Y al resto de vecinos. En teoría no se podían negar. Pero el heladero no dejó que cuidaran de su helado, y la llovizna impidió que la antorcha siguiera iluminando.
Si el sol nace para todos, en este caso no sirvió para nada. Y los perjudicados fuimos todos los demás vecinos que no supimos arreglar las cosas para que los dos dejaran que el sol les alumbrara. Al final, nos oscureció a todos.
¿Es solo un cuento, una ilusión, algo que soñé? Más bien es la pura realidad de lo que solemos ver en las campañas electorales. No hay propuestas comunes en los asuntos que son de todos y que a todos nos beneficia. No son capaces de valorarse unos a otros. Basta que lo diga el heladero para que el incendiario intente acabar con su hielo. Basta que lo proponga el hombre de la antorcha para que el otro le tire encima su hielo apagando el fuego.
Así nos hemos acostumbrado a vivir y, como sobrevivientes de un tsunami, salimos siempre adelante después de las peleas electorales. Nos daremos un tiempo de descanso. Y volveremos a no aceptar las propuestas del otro aunque sean para el bien de la comunidad de los vecinos.
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