Al menos en el mundo menos desarrollado, hace tiempo ya que es normal que sean las mujeres quienes tomen las riendas del crecimiento social, económico y laboral.
A ellas van destinadas prácticamente casi todas las partidas de colaboración europea en temas de desarrollo y codesarrollo. Son ellas las que han de sacar a sus familias y a sus pueblos hacia delante. Hace unos quince años la Fundación CEAR inició uno de sus primeros proyectos en Mozambique. Flores con futuro, se llamaba. Su objetivo la creación de pequeños cultivos de flores en los huertos de las casas familiares para la posterior constitución de una cooperativa de mujeres con exportación de flores incluída. Eran las mujeres desde entonces las que llevaban la batuta. Los hombres estaban en la guerra. Otros buscando trabajo más allá de las fronteras de su país.
Ahí tenemos cercano el testimonio de la madre senegalesa recientemente de visita en España y que se lanzó a aglutinar en una empresa común a todas las mujeres, cuyos hijos embarcan en cayucos hacia destinos desconocidos o hacia la vuelta a su propio origen, dado que pocos son los que ahora mismo pueden labrarse un futuro aquí.
Y hace pocos días tuvo lugar en Mali, uno de los países más pobres de Africa, el Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria para debatir sobre la agricultura y la alimentación y diseñar estrategias concretas para el futuro. La mayor parte de los participantes han sido mujeres. “Somos las encargadas de asegurar el agua, la comida, el fuego en la casa, una serie de trabajos invisibles que el capitalismo aun hace más difícil llevar a cabo”.
Por eso, dicho foro ha tenido nombre de mujer. Nyéleni es el nombre con el que se ha bautizado. Según la leyenda de Mali era una gran agricultora que luchó para afirmarse como mujer en un entorno que no le era favorable. Cuentan que Nyéleni era hija única, lo cual se interpretaba como una maldición, y a pesar de ello superó a todos los vecinos de su pueblo y de los alrededores en el terreno de la agricultura.
Los debates han sido intensos. Pensemos que siendo la mujer, como hemos venido comentado, la protagonista de la acción económica y social en Africa, todavía hay países cuyas leyes hacen difícil el acceso de la mujer a la propiedad de la tierra.
Ha sido una ocasión para entender muchas cosas tales como, entre otras, el uso de los alimentos locales, la agricultura sostenible en contra de los alimentos modificados genéticamente por las multinacionales, la soberanía que siguen reclamando los pueblos indígenas sobre la tierra y el agua y su postura contraria a la privatización.
Al mismo tiempo, en Liberia, Kenia, Mozambique y otros países son las mujeres las que comienzan a copar puestos de poder en el mundo político. Una nueva esperanza de revolución interna está surgiendo que pueda unir mucho más la separación actual entre poder y pueblo.
Mientras, aquí nos seguimos preguntando qué aporte tiene para la mujer trabajar en el hogar cuando no puede salir fuera, bien por las exigencias familiares de atención a los hijos bien porque no encuentra el lugar adecuado que le posibilite conciliar vida laboral y familiar. Y los avances han llegado al hecho de legislar cuántas mujeres han de ir en una plancha electoral.
Y además, de todas estas cosas estamos hablando en el día que se celebra a la mujer trabajadora. Un día que se proclamó en 1910 en la Conferencia Socialista Internacional de Mujeres en un edificio de Copenhague que, al parecer, y paradójicamente, ha sido vendido recientemente por el ayuntamiento danés a una iglesia/secta conservadora. Todo un símbolo del feminismo que, me parece, podía haber sido utilizado de otra manera
1 comentario:
¿Sabes en qué me hace pensar este texto?
Son muchos los años que se viene dedicando literatura a los temas de género.
Particularmente siento que hombre y mujer deben ir uno al lado del otro. Nadie es más ni menos por pertenecer a otro género.
Me gusta tener al hombre como compañero, siendo tanto esposo, amigo, compartiendo un trabajo, etc.
Y que las diferencias biológicas están a la vista. No se las puede discutir. Habrá más fuerza física en el hombre que en la mujer y en algunos casos, por naturaleza, ésta tiene más resistencia al dolor y a las circunstancias adversas.
Unos y otras formamos esta sociedad y vamos por la vida construyendo a cada paso.
Cuánto menos competencia y más sabiduría podamos aplicar, con humildad, sin arrogancia, quizás el sueño de la utopía de "un mundo mejor no esté tan lejos"
Desde Argentina, un abrazo fraternal para todas las mujeres y hombres del mundo que aspiran y luchan por el bienestar de la Humanidad.
Susana
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