jueves, 14 de junio de 2007

Voluntariado: ponerme en la piel de los demás


Ponerme en la piel de los demás

Lo suyo, entregar. Ella, la última. Los demás, primero.

A Mónica Baurier no le costó llegar a esta conclusión cuando tenía solo 15 años. Hizo lo único que le dejaban hacer entonces:
Ser monitora de tiempo libre de niños.
Pero peleó por más. A los 17 era profesora de refuerzo escolar de hijos de inmigrantes recién aterrizados.
A los 18, se puso en lo que ahora más le llena: participar en la organización de campamentos de verano para adultos minusválidos.
“Ellos ni se imaginan lo mucho que me han ayudado a mí a valorar lo que tengo, a aceptar mis límites y a pasármelo muy bien viéndolos felices”.
Ha tenido que aprender a tratarlos como se merecen.

“Tuve que perder muchos miedos. La primera vez que acompañé a alguien al lavabo, por ejemplo, fue raro. Pero cuando los dos acabamos riendo supe que ya no me iba a costar nunca más. Ni eso ni otras muchas cosas”.


“Pasé la adolescencia preguntándome cosas y al final encontré en la religión herramientas para el cambio. En lugar de perderme en mis historias, me puse a ayudar”.
Mónica es crítica con la Iglesia –“la situación es fatal, no llegaremos a nada, es una institución y cada vez está más lejos de la gente que es su razón de ser”-, pero, aún así, vivirla de cerca le ayuda a encontrar otra cadencia a la vida.
“Tengo la sensación de que la gente es muy individualista y de que todo el mundo necesita resultados rápidos. Y lo que te enseña el cristianismo es a actuar con otro ritmo, a buscar frutos a largo plazo. A tener paciencia y a ir a más, pero poco a poco”.


Comenzó a estudiar Administración de Empresas, pero luego cambió a Humanidades. Trabaja de profesora y sigue colaborando como voluntaria dando clases de español a inmigrantes. Se reconoce, dice, “pocas cualidades”, pero al menos las que hay son cruciales: “Tengo empatía, para mí es un ejercicio muy santo ponerme en la piel de los demás. También soy sociable y lanzada. Me tiro a la piscina y “si la cago” es igual. Aprenderé del error. No tengo miedo”.

Testimonio de Mónica Baurier, 23 años, voluntaria vocacional.
Testimonio recogido por Mónica Artigas
Magazine 26 05 07
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A.Quintana

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicitaciones por la nota y mis felicitaciones a Mónica.
Empecé a ser voluntaria en Salud Mental a los 18 años hasta la actualidad. Casi 40 años.
Nadie me quitará las vivencias adquiridas, las de´aciertos y fracasos, pero de todos modos vale la pena.
Un saludo desde Buenos Aires.
Susana R.