viernes, 20 de abril de 2007

No al racismo, sin condiciones




El pasado 19 de abril se logró un acuerdo en la Unión Europea para que la incitación al racismo y la xenofobia sean delito en todos los países comunitarios,” aunque con garantías para aquellos donde la libertad de expresión permita esas manifestaciones”, anunciaba la prensa de este viernes.

No entiendo nada de nada. La libertad de expresión está conjugada con el derecho a ser iguales. No puede estar en oposición un derecho contra otro. ¿No era verdad aquello de que los derechos terminan donde empiezan los deberes? ¿La libertad de expresión puede amenazar el derecho a la dignidad humana que consagra la Declaración de los Derechos Humanos? ¿Hemos eliminado el art 1 de dicha declaración?

Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana, y teniendo en cuenta otros considerandos en la misma línea, el artículo 1 de dicha declaración dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, y por si hubiera alguna duda y para dejarlo más claro, continúa el segundo: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.

La prensa nos sigue diciendo que “el acuerdo del Consejo de Ministros de Justicia e Interior incluye la reserva provisional de siete países, algunos de los cuales necesitan la confirmación de sus parlamentos”.

No hace muchos meses también un grupo político propuso en el Parlamento Canario un Pacto contra el Racismo. No todos los demás estaban de acuerdo. Ponían condiciones para firmar dicho pacto. Entre ellas un articulado a añadir a la ley de extranjería con el fin de endurecerla más en torno a los inmigrantes. Otros opinaban que no era el momento. ¿Se pueden poner condiciones para estar contra el racismo, que es la consagración de la superioridad de unos sobre otros, y la condena de unas razas por ser inferiores a los demás? ¿Hay momentos para la igualdad y otros para la desigualdad? ¿Podemos estar haciendo artillería política de cosas tan comunes en estos tiempos tan avanzados que corremos?

La pregunta que me queda es si, estos que ponen condiciones y momentos, son los mismos que propugnan la defensa por parte del Estado de los principios de la Iglesia Católica. Eso sería otra contradicción, tan difícil de entender como las anteriores. Sabemos que uno de los mensajes fundamentales de la Iglesia es el que propugna el Evangelio, de que todos somos hermanos. Por tanto, menos cabe el racismo.

Pues eso, habían eliminado el artículo primero y también el segundo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y yo no me había enterado.

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