lunes, 16 de julio de 2007

Nadie emigra voluntariamente


Amadou Ndoye: ''Nadie emigra voluntariamente''
ACN. Las Palmas de Gran Canaria
Campus de Excelencia Fuerteventura (2)

En el Campus de Excelencia que se clausuró en la tarde de este viernes viernes en Fuerteventura, se ha hablado mucho de África. El centro temático de este encuentro de los que son y los que van a ser, como reza su lema, ha sido el continente vecino. Durante los cinco días de intensa actividad, se ha hablado también de inmigración, y de la situación vivida en Canarias. Además de la voz de los isleños y su análisis de qué es lo que está ocurriendo, la presencia de invitados africanos ha permitido también hacer oir la voz. Uno de ellos es Amadou Ndoye, profesor de Literatura Española en la Universidad de Dakar, un hombre muy crítico con todo lo que sucede en el mundo y que ha visto como los jóvenes senegaleses, faltos de expectativas incluso cuando acaban sus estudios, deciden irse de su país. En esta entrevista, Amadou Ndoye, profundo conocedor de la literatura canaria, reflexiona sobre la inmigración, sus causas y sus raíces.

¿Por qué la gente emigra?
Por razones objetivas. Contrariamente a lo que se dice, África no es un continente pobre, porque no puede ser pobre un continente con diamantes, tungsteno, oro, cromo, o todo lo que ustedes quieran... todo lo que permite a los europeos tener una vida cómoda o sana muchas veces viene de África... puede ser un café, de Ghana, o un zumo de piña, de Costa de Marfil. Como los móviles, que tienen tantos europeos. Los móviles llevan Coltán, un material que llevan los teléfonos y que en un 90 por ciento está en Zaire. El problema es que el trabajador que lo extrae gana un euro por kilo, que luego en Londres se vende a 400 euros. ¿quién gana y quien pierde? Pierde el zaireño.

Se ha hablado mucho en este Campus de la barrera que supone para África las reglas de juego del comercio mundial...Igual pasa con el tema de la agricultura. En África muchos campesinos dejan el campo para venir a las ciudades, lo están dejando porque no fijamos nuestros precios. Producimos café y no fijamos el precio, igual que el cacao, el petróleo o el algodón. En África no podemos competir. Producimos algodón de calidad en muchos países, pero mientras 25.000 algodoneros norteamericanos reciben una inmensa cantidad de subvenciones, 30 millones de africanos no reciben nada.


¿Y qué expectativas pueden tener los jóvenes africanos?



Hay que tener en cuenta que en África la vida aún es comunitaria. Así, de un joven de 23 o 24 años se espera que pueda sustentar a otra gente, a su familia, y en estos momentos no tienen opciones de trabajo, y no colman ninguna de sus expectativas. Además, por la televisión, nos vienen imágenes del norte, que presentan a Europa como un sitio donde todo es riqueza, y encima de todo eso vienen de vacaciones a nuestro país unos inmigrantes que muestran actitudes un poco ‘faroleras’: no cuentan las duras, sólo las maduras, por lo que hay muchos jóvenes piensan que será fácil llegar allí, tener un papel, un trabajo y dinero.


¿Y no se da el caso de que las propias familias acaban empujando al joven para que emigre?
Seguimos en un sistema familiar muy comunitario, vivimos en casa hasta miembros de tres generaciones, y cada uno apoya al otro. Entonces, un chico de 23 años que no tiene un trabajo, piensa que cogiendo un cayuco lo va a conseguir, lo hace y se va. Pero también tenemos nuestras propias torpezas, porque no nos unimos, somos 53 estados, alguno de ellos enanos, que ni producen ni tienen mercado y sin relación los unos con los otros. Aún quizás no hemos superado el acuerdo de Berlín que estableció las fronteras africanas en 1884 en base al reparto de las potencias europeas. Entre 1960 y ahora hemos tenido 85 guerras en este continente. De ellas, 67 eran guerras comerciales, por el petróleo, los diamantes...

Pero decir que la condena de África es su riqueza...Los africanos son parte del problema, pero los ex colonizadores siguen teniendo mucha importancia. El banco por el que me llega la nómina es un banco senegalés, pero que realmente es una sucursal de un banco de París, y eso nos sucede 45 años después de la independencia. El 85% de la economía senegalesa sigue dependiendo de los franceses, y se supone que somos independientes.


¿Y en su opinión, sirven para algo las soluciones de vigilancia como Frontex?
Ahora vigilan las costas de Mauritania o Senegal, pero los cayucos salen igualmente, se van más al sur o van, como ahora, a Cabo Verde. Es como una enfermedad. El mal puede estar hoy en una mano y mañana en un pie, pero el mal sigue ahí, y uno se pone una crema para aliviarlo, pero para quitarlo necesita cirugía. Es decir, las causas de la emigración son estructurales, no coyunturales. La estructura de las economías africanas que tenemos hoy van a seguir generando dependencia, y ésta hace que la gente piense que hay que ir donde está la riqueza, y eso lo van a intentar cueste lo que cueste. Ellos, los jóvenes que suben al cayuco, tienen un lema: Barça o Barsak. Eso significa que o llegan a Barcelona, lugar que utilizan como una metonimia de la riqueza, o van al paraíso, es decir, que son guerreros que luchan por sacar a sus familias de la pobreza, y si mueren, mueren. Saben perfectamente que pueden morir y siguen saliendo.


Todos hablan de invertir en origen. Pero, al final, qué se puede hacer para que esto se acabe haciendo de verdad para que sí mejore África?
Se necesita mucho valor en decir cuales son las causas profundas de la inmigración, que no son otras que los desequilibrios monstruosos que hay entre una parte del mundo y otra. Mientras existan, seguirá gente intentando entrar en Europa. No se puede impedir, no lo puede hacer Estados Unidos con los mexicanos y tienen más recursos que la Unión Europea. Si un hombre quiere vivir, es que para él la vida tiene valor, pero si dice que la vida no vale nada, se subirá al cayuco, nadie le podrá parar. Esos chicos lo dicen, me lo juego a una carta porque se muere una sola vez.

Usted es profesor universitario y está viviendo año a año la llamada fuga de cerebros en Senegal. Jóvenes que, cuando terminan sus estudios universitarios, acaban emigrando para trabajar en otro sitio. ¿Cómo convence a los jóvenes ya formados en Senegal para que no se vayan?
Un profesor de Europa gana tres o cuatro veces más que uno de África, y esa tentación es muy fuerte. Yo lo que hago es tratar de convencer con el ejemplo. Estudié en Francia y cuando termine volví inmediatamente a mi país, doy clases desde hace 32 años y les pido a mis alumnos que hagan igual, porque yo les digo ¿si todo el mundo se va, quién va a estar preparado?


¿Es usted optimista?
Bueno, soy optimista porque creo que habrá un momento que la gente se dará cuenta de que si a los africanos no se les deja gozar de riquezas, irán allá donde estén las riquezas, y los cayucos seguirán saliendo. Allí tendrán que empezar a crear soluciones reales.


¿Y qué sienten cuando en Canarias hablamos de invasión o avalancha de inmigrantes?
Hay que relativizar todo esto e ir a las causas. Pero cuando oigo que hablan de tsunami de inmigrantes, o avalanchas masivas... África tiene 789 millones de habitantes. Así, imagínese qué pasaría si todos ellos viniesen a Canarias, qué pasaría? África tiene 789 millones, y Europa, cerca de 457... ¿qué son 30.000 personas? ¿Y eso es un tsunami de inmigrantes? En Congo sí ha habido tres tsunami, y al final tenemos la sensación que Europa ha mandado ayuda porque había europeos entre los afectados... cuando hay un rehén europeo, miren lo que despliegan, cuando 100.000 personas mueren en Darfur, aquí no pasa nada. Duele decirlo, pero los europeos consideran que su vida tiene más valor que la de los demás. Llegará el momento en que habrá que echar abajo las máscaras.


Usted conoce bien a los escritores canarios. ¿Qué sensación le genera?
Decepción, porque la literatura canaria está llena de emigración. Los canarios sobrevivieron como pueblo emigrando. En el siglo XVII se hundió el vino, y la respuesta fue la inmigración. A cada crisis de su historia se ha respondido con inmigración. Yo estudié en Francia en los 70 con hijos de emigrantes españoles. La memoria histórica debe servir. Los españoles no se quedaron todos en España cuando el periodo era muy duro, al igual que hicieron los franceses, portugueses, griegos e italianos. Había una frase de Castelao, un gallego que decía que ‘Galicia no se rebela, Galicia emigra’. Pues ahora nos toca a nosotros, y hay que tener muy claro que nadie emigra voluntariamente, eso es así.


¿Falta pues memoria histórica en Canarias?
Hay un magnífico verso de un poeta gomero, Betancor Padilla, que hablaba de un Atlántico “que hace posible la amargura de ganarse el pan en tierra ajena”. De eso se trata. Es amargo.

Fuente : ACN 16 07 07

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