martes, 25 de marzo de 2008

Mafias, ¿qué mafias?




Por Daniel Millet en La Opinión.

A la vista de algunos discursos, podría entenderse que el gran causante de la inmigración clandestina son las mafias. Pero, ¿existen esas mafias en el África subsahariana? Expertos que han investigado sobre el terreno lo niegan rotundamente. El problema no son las supuestas mafias; son el hambre y la desesperación.

Si los canarios vieran cómo funcionan en Senegal eso que se ha llamado mafias de la inmigración, se llevarían una grandísima sorpresa". Esto lo dijo recientemente en Santa Cruz de Tenerife alguien que sabe muy bien de lo que habla. Se trata de Saliou Traoré, el periodista senegalés corresponsal de la agencia Efe en Dakar, que cubre sobre el terreno la salida de cayucos de las costas de su país. Pero él no fue, ni mucho menos, el único experto que durante las conferencias sobre África, organizadas por CajaCanarias, criticó el uso sistemático en las Islas del término mafia.

Nicolás Castellano, periodista grancanario dedicado en exclusiva a este fenómeno en la cadena SER y buen conocedor de la realidad del África más próxima al Archipiélago, fue más contundente en sus precisiones durante su participación en los foros. "Ya está bien de que nuestros responsables políticos hablen todo el rato de mafias, como si existiesen de modo generalizado y como si fueran las responsables de que miles de desesperados se jueguen la vida para alcanzar las costas isleñas", subrayó. "Lo que los empuja es la desesperación, no las mafias. Y parte de la culpa de esa desesperación es el expolio de recursos por parte de los países occidentales", precisó.

Otro de los conferenciantes de este ciclo que también observó en el empleo de esta palabra -de origen italiano- una intención perversa es el profesor de la Universidad de Dakar Amadou Ndoye, para quien su uso sistemático parece proceder de un intento de desviar la atención con respecto al verdadero origen de la inmigración, raíz además que se ha venido repitiendo a lo largo de la historia: el hambre, la carencia de esperanza, la pobreza extrema, la represión. Para los tres, los líderes occidentales prefieren mirar para otro lado en vez de afrontar su propia responsabilidad en que el mundo, en estas alturas del Atlántico como en tantos otros puntos, sea tan extraordinaria y obscenamente desigual.

Traoré y Ndoye, dos senegaleses que han sido testigos directos de la huida de miles de compatriotas, sonríen cuando se les pregunta por cómo son esas supuestas mafias. "No hay redes ni organizaciones, al estilo de las de Al Capone o Pablo Escobar, como pudiera parecer", aclararon ambos. "Sí hay pasadores, personas que en algunos casos llegan a tener contactos y que juntan a los candidatos para conseguirles lo necesario: cayuco, motor, comida, incluso GPS. Pero son cosas que se consiguen con cierta facilidad en el mercado ilegal y no hacen falta grupos complejos, ni bandas criminales. Ni siquiera todos los inmigrantes recurren a los pasadores. Muchos jóvenes, por ejemplo, se reúnen ellos mismos, se ponen de acuerdo con el dinero, compran un cayuco y se echan a la mar rumbo a Europa. Así de simple", dijo Traoré.

Otro invitado por CajaCanarias, el periodista de El País Ignacio Cembrero, también consideró "excesivo" hablar de mafias, "salvo en el caso concreto de determinadas organizaciones que operan en Marruecos o incluso en Argelia para facilitar viajes en patera y que a veces necesitan extorsionar a los agentes de los dispositivos de vigilancia de su país para que las embarcaciones puedan superar los controles".

Castellano quiso dejar claro que primero surge la necesidad de emigrar y luego aparecen los pasadores, que mueven mucho dinero como en cualquier otro mercado clandestino. Para Traoré y Ndoye, esos pasadores son muchas veces personas que se han arruinado. "Siempre que fui a San Luis a cubrir la salida de cayucos me encontré con pescadores que vendían sus embarcaciones y facilitaban los viajes clandestinos porque no había pesca. Y, ¿por qué ya no se pescaba cuando era la principal actividad económica del país? Sencillamente porque los acuerdos con Europa habían propiciado que los barcos occidentales arrasaran con un caladero antaño riquísimo", matizó el periodista de la agencia Efe.

Los servicios de información españoles insisten, sin embargo, en hablar de mafias. Pero, en los mismos informes se observan contradicciones. Hace unos días salía publicado un extenso análisis de Francisco Javier Vélez Alcalde, comandante de la Guardia Civil y jefe del Centro de Coordinación Regional de Canarias, titulado El negocio de las rutas atlánticas hacia Canarias. En un pasaje, escribió: "Este tipo de redes mafiosas no están todavía muy estructuradas...". Si no están muy estructuradas, ¿se pueden considerar entonces redes mafiosas? Los conferenciantes mencionados aclararon que para que un grupo se pueda considerar una red mafiosa debe poseer un complejo entramado en forma piramidal, con todo tipo de ramificaciones, al estilo de las familias criminales sicilianas que inspiraron en su momento la adopción y popularización del término mafia.

En realidad, siempre ha habido pasadores cuando se han dado las circunstancias de que muchas personas se vieran obligadas a huir clandestinamente de su tierra. Pasó en Canarias en las sucesivas oleadas de la emigración a América, casi desde la Conquista. ¿Sería correcto llamar redes mafiosas a las personas que por ejemplo posibilitaron que los perseguidos por el franquismo huyeran a escondidas a Venezuela en barcos destartalados? ¿Eran asesinos criminales que mandaban a la muerte a los pobres emigrantes? En un repaso a las hemerotecas se encuentran publicaciones que los califican de organizadores de los viajes fantasma y hasta de salvadores de los desesperados o héroes que desafiaron a la dictadura y de los que incluso algunos aprovecharon para unirse a aquellas travesías.

"Por mucho que se quiera confundir", subrayó Amadou Ndoye, "la culpa nunca será de esas hipotéticas redes mafiosas; la culpa es de la desesperación y de los condicionantes que provocan esa situación de total desesperanza. Mientras siga habiendo desesperación y hambre, la gente seguirá intentando huir, incluso a costa de jugarse la vida, y seguirán apareciendo pasadores. Es mejor eso que aguardar a la muerte, ya pongan Frontex, fronteras metálicas, puertas en el mar o lo que sea". "Y si no se asume, nunca habrá solución. Nunca", concluyó.

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