miércoles, 12 de marzo de 2008

Bolivia, desastre tras el huracán






Nicolás Castellanos relata la dantesca situación que viven en Bolivia tras el paso de 'La Niña'

Casetas construidas sobre el agua que anegó el departamento del Beni, en Bolivia. / EL NORTE DE CASTILLA

Muchas veces la tragedia se ceba con las personas y las zonas más desfavorecidas del mundo, aquéllas en las que para dar un paso adelante sus habitantes tienen que trabajar muy duro durante muchos años, y sin embargo bastan sólo unas pocas horas para retroceder y volver a caer en el abismo de la pobreza. El obispo Nicolás Castellanos, presidente de la Fundación Hombres Nuevos y antiguo prelado de Palencia, viajó el pasado mes de febrero al río Mamoré, en el departamento del Beni (Bolivia), una de las zonas más afectadas por las inundaciones tras el paso del fenómeno climatológico conocido como 'La Niña', caracterizado por las bajas temperaturas y los fuertes vientos.

«Creía que la Bolivia profunda, excluida y empobrecida, humana y hospitalaria, inhiesta y postrada, terminaba en las arenas del Plan 3000, en el Potosí esquilmado o en el fuego y esplendor ecológico del Bajo Paraguà; sin embargo, se alarga hasta el Beni, sumergido en las turbias aguas del río Mamoré», señala Nicolás Castellanos en una carta que mandó a la Fundación Hombres Nuevos en Palencia tras visitar esa zona y ver los destrozos ocasionados por 'La Niña'. Las lluvias torrenciales que no cesaron de caer en el departamento del Beni sumergieron a la población en la más profunda de las pobrezas. Una imagen desoladora que describe Nicolás Castellanos tras su visita. «Treinta días llevan ya de infierno, tragedia, soledad, sin viviendas, alimentos, animales, sembradíos, sin agua potable; un espectáculo dantesco», destaca Castellanos.

El sacerdote de la zona, Maximiliano Noe; el director general del Proyecto Hombres Nuevos, Alfredo Soliz, y Nicolás Castellanos visitaron las comunidades bolivianas de La Fortuna, el Rosario, Santa Rosa del Paraíso, San Antonio de Lora, San Bartolo. El Puerto Varador fue el punto de salida de un viaje que finalizó en la boca de Isiboro y en el que los visitantes pudieron comprobar cómo todo el trabajo de muchos años ha quedado anegado bajo las aguas, y cómo también, a pesar de las tremendas necesidades de los vecinos, las ayudas se demoraban. «A estas comunidades no habían llegado los recursos de la cooperación internacional ni del gobierno, sólo la ayuda del sacerdote. Viven sobre el agua, encima de unas tablas improvisadas», explica Nicolás Castellanos en su carta a Hombres Nuevos.

Un futuro incierto Y si el presente es duro, muchas veces resulta más difícil pensar en el futuro. Nicolás Castellanos cuenta cómo los habitantes de la zona del Beni estaban desolados tras ver cómo habían perdido todo lo que tenían y que su angustia se acrecentaba al pensar en cómo podrían salir adelante durante los próximos siete meses, tiempo que tiene que transcurrir hasta que siembren y vuelvan a cosechar. Sin embargo, el presidente de la Fundación Hombres Nuevos relata cómo la inocencia de los niños servía en ocasiones a los más mayores como bálsamo para mitigar el daño material causado por el clima. «Sólo humaniza, suaviza el drama humano de estos héroes anónimos, la sonrisa de los niños, ajenos a tanto dolor», dice Nicolás Castellanos, que relata también la historia de Soledad, una niña de Santa Rosa del Paraíso, que sola sobre las aguas y subida en un templete de madera, esperaba a que su madre volviera con ella y trajera huevos de cuyabo para poder almorzar.

En la carta enviada a Hombres Nuevos, Nicolás Castellanos anima a los niños de los países desarrollados a ayudar a los que viven en los países más desfavorecidos, a pesar de que Castellanos asegura que los niños bolivianos no pierden la sonrisa aunque carecen de todo. «¿Esta sonrisa de los niños del sur no podría arrancar una sonrisa de solidaridad de los niños del Norte para compartir 40.000 euros con estas 300 familias, que no tienen los próximos siete meses ni un 'pancito' o bocado de pan?», destaca el antiguo obispo de Palencia haciendo una llamada a la solidaridad.

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