lunes, 14 de julio de 2008

Continúa el genocidio en nuestro mar



Ante lo acontecido ayer en la Isla de La Gomera, un grupo de ciudadanos y ciudadanas de Las Palmas de Gran Canaria ha decidido volver a desarrollar una iniciativa tendente a promover el debate y la acción de nuestra sociedad, sobre qué ha de aportar nuestro pueblo en el logro de soluciones a la tragedia humanitaria que vive el continente africano.
Comunicado remitido:
Con este objetivo, hace un par de semanas decidimos entintar de rojo el agua de la fuente de la avenida de Mesa y López, a modo de símbolo, homenaje y denuncia de la sangre derramada por miles de seres humanos en el Océano que nos une/separa de África, en su fuga de la miseria y que lo han convertido en una de las mayores fosas comunes de la Historia de la Humanidad.
El despliegue cada vez más abrumador de cámaras termográficas, torretas de vigilancia, lanchas rápidas y agentes de la Guardia Civil para blindar nuestras costas frente los inmigrantes sin papeles, ha empujado a las pateras hacia rutas más largas y, por tanto, más arriesgadas.
Hoy hemos procedido a entintar de rojo el agua de la fuente ubicada entre la Comandancia de Marina y la Delegación del Gobierno en la Plaza de La Feria, en reivindicación del cambio de naturaleza y reconversión del actual dispositivo represivo de fronteras FRONTEX, pasando a ser un eficaz dispositivo permanente de salvamento marítimo en la franja de mar que une Canarias, Europa y África, dotándolo de embarcaciones, efectivos aéreos y personal experto en acciones de socorro, con claras funciones de auxilio humanitario y no de persecución policial, procediéndose a la retirada de las aguas de Canarias, de las de los países africanos y de las aguas internaciones entre el Archipiélago y el continente africano, de las patrulleras y cañoneras que actualmente utiliza.
Ayer llegó un cayuco a La Gomera con cuatro muertos y once inmigrantes en estado grave. La embarcación llegó con 59 ocupantes, entre ellos los fallecidos. Algunos han declarado que durante la travesía hubieron de tirar al mar varios cadáveres.
Con estos cuatro fallecidos, el balance de esta semana asciende hasta los 33, tras las dos pateras localizadas el lunes (en la que fallecieron 14 personas) y el miércoles (con 15 cadáveres, nueve de ellos niños).
Nuestras aguas se han convertido en una de las mayores fosas comunes de la Historia de la Humanidad.
En el pasado año y según datos oficiales, perdieron la vida en su intento por alcanzar nuestras costas más de 8.000 seres humanos. Distintas organizaciones humanitarias tienen sobradas razones para mantener que esta cifra puede multiplicarse por más de dos.
Tenemos que reaccionar ante una realidad que nos conmueve y paraliza: Centenares de ahogados, miles de repatriados, colapso de los Centros de Internamiento de Extranjeros y de menores, ruina de cientos de familias que invirtieron en el proyecto migratorio todos sus recursos, frustración de los seres humanos más emprendedores de esos pueblos, forzados a retornar con el alma y los bolsillos vacíos, con el desgarro del fracaso a pesar del inmenso esfuerzo y riesgo que corrieron, repatriación de los que consiguen llegar con vida como si de delincuentes se tratase, casi siempre a través de una simple decisión sin intervención de los jueces.
Las formas policiales de actuación en alta mar ponen en riesgo en muchas ocasiones la vida de las personas que tratan de llegar al Archipiélago. Ha pasado ya mucho tiempo desde que este problema comenzó a conmocionar a la opinión pública y aún no se ha procedido a dotar la zona marítima de medios suficientes y personal experto en acciones de salvamento, que dispongan de todos los recursos de emergencia necesarios para el socorro y auxilio de estas personas. Siguen las mismas embarcaciones rápidas de persecución como si de un problema de delincuencia común se tratara. Como tampoco se han creado los medios necesarios para atender los derechos de este colectivo de personas, con intérpretes y asistencia jurídica que garantice el respeto de sus derechos y la protección a aquellas que sufran algún tipo de persecución.
(Olmo Älvarez de la Nuez)

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