Un poema, como Protesta por la nueva ley en contra de los Gitanos que se aprobó en Italia.
No Callad.
Y saber que no hemos aprendido nada,
mientras seguimos revistiendo de palabras,
las leyes, los decretos, los disparos.
No importan las muertes si son ajenas, blanco sobre negro,
blanco perfecto, oasis de paz para el estómago.
Excelencia de la ley; el orden a salvo, los niños a salvo,
los perros a salvo, salvos, salvos, benditos, casullas
a salvo de los salvos, y ellos los otros, número en el brazo,
pero es la ley, la no intervención, avestruces de la miseria,
carroña del revestimiento en letra impresa y sellada;
mirad, ahí están quienes no son como nosotros,
miradlos, agitad el hisopo de la caridad mientras los encerráis,
mientras los excluís de la mesa donde solo se sientan las camisas
impolutas de los bien nacidos, de los nacidos de Iglesias, de ritos,
de los sin tacha humanos. Amén. Canta el coro de los hijos de Dios;
mientras a ellos les marcan números en el brazo, les marcan murallas
en las ciudades en ruinas, les llaman judíos, palestinos, y ahora, otra vez.
Gitanos.
Gitanos.
Gitanos.
No he nacido para esta raza de miserables.
No he nacido para la vergüenza de los días del futuro.
No he nacido para el oprobio bastardo de callarse.
Alena. Collar.
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