Pobres, inmigración y codesarrollo
Juan García Luján
Juan García Luján
No existe ningún país en el mundo que no haya vivido movimientos migratorios a lo largo de su historia. La primera potencia mundial, Estados Unidos, nació del movimiento de británicos e irlandeses. Europa se hizo rica gracias a la explotación de sus colonias con el imprescindible tráfico de los esclavos africanos. El ser humano no ha dejado de moverse. Pretender encerrar a la gente en las fronteras levantadas artificialmente es imposible.
El profesor Samir Naïr habló anoche de inmigración y codesarrollo en el CICCA. Contó que entre 1945 y 1975 se produjeron grandes movimientos de población entre diferentes continentes. Africanos, latinoamericanos y asiáticos entraban y salían de Europa sin visado. Los europeos huían de las dictaduras fascistas y podían entrar con total libertad en Latinoamérica y Estados Unidos. En Canarias la posguerra trajo hambre, nuestros bisabuelos y abuelos fueron a Venezuela, Cuba, Argentina, Guinea o el Sáhara a matar su jilorio. En 1975 comenzaron los miedos y las leyes de extranjería en varios países europeos. Todavía el Mediterráneo y el Atlántico no eran cementerios de personas migrantes. Pasaban los años y llegaron los acuerdos de Maastrich, Schengen y el Tratado de Lisboa. Europa cada vez más encerrada en sí misma, y en África, Asia y Latinoamérica el FMI y el Banco Mundial planteaban la imposición de políticas de reajuste económico para imponer un modelo neoliberal. Comenzó el éxodo africano para huir de todo aquello. Muertos en el Mediterráneo, muertos en el viaje a Canarias, deportaciones. Los migrantes se hicieron ilegales y la inmigración se transformó en un drama. Cada vez menos derechos para los foráneos.
Frente a ese recorte de derechos, el profesor Samir Naïr plantea el codesarrollo. Se trata de convertir la inmigración en vector central de la cooperación al Desarrollo. Plantea que los movimientos de población sirvan para el desarrollo económico y social de los países emisores y los Estados receptores de migrantes. Desde hace algunos años el dinero que los emigrantes africanos o latinoamericanos envían como remesas a sus países de origen es más del doble de la cantidad que los Estados ricos aportan en Ayuda Oficial al Desarrollo (con toda la crítica que merece el destino de buena parte de esos fondos). En los últimos siete años, antes de entrar en la crisis económica, ya se produjo un descenso de más de un 60% del dinero destinado a la Ayuda Oficial al Desarrollo. Esta tendencia aumentará.
El Parlamento europeo aprueba las llamadas directivas de la vergüenza, el gobierno de Sarkozy apuesta por la “inmigración selectiva” (importación de los cerebros africanos y cierre de fronteras a la mano de obra no universitaria). De África sólo interesa ahora su petróleo, su gas, su coltán, sus fosfatos, pero sus gentes que se queden allí, para trabajar sin derechos laborales en empresas que se instalan en ese continente para ahorrar los costes de personal y seguros sociales. Dice Samir Naïr que la actual crisis económica mundial se hubiera afrontado en otro siglo con alguna guerra.
Pero la gente ya no es tonta. Yo creo que si convocan una guerra mundial habría una mayoría de desertores. No plantea Samir Naïr un cambio de sistema económico, cree que se puede mejorar la vida de la población europea y la africana apostando por el codesarrollo, vinculando políticas demográficas con las políticas de Cooperación. Pero los gobiernos europeos no le hacen caso. Ahora toca cerrar más las fronteras, suprimir la reagrupación familiar, promover directivas de la vergüenza. No coincido con Naïr en que ya no se apuesta por la guerra para afrontar la crisis. Sí hay guerras, con sus deportaciones, la guerra por el agua, la guerra por el coltán en el Congo. El ejército francés declara la guerra a cualquier gobierno africano que cuestione los intereses de sus empresas. El asesinato de Sankara es un ejemplo histórico de lo que no se debe hacer. Militares de la OTAN estuvieron ensayando maniobras hace poco en las costas canarias, al ladito del continente africano. También hay deportaciones y refugiados, como en los años más difíciles años del siglo XX. Se renuncia a la guerra contra la pobreza, se amenaza con la guerra contra los pobres.
Europa tiene miedo y cada vez cierra más sus fronteras. En su libro 'Bocas del tiempo' Eduardo Galeano nos habla de la joven investigadora Catalina Álvarez Insúa que para poder afrontar el fenómeno de la pobreza planteó una definición sobre los pobres: “Pobres son los que tienen la puerta cerrada”. Dice Galeano que la certera definición la realizó Catalina cuando tenía 3 años, la mejor edad para asomarse al mundo y ver. Pobres son los que tienen la puerta cerrada. Europa cierra sus puertas a los pobres. Pero con esa política lo único que se consigue es aumentar el número de pobres.
Fuente: http://www.canariasahora.es/opinion/4063/
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