Por Armando Maronese - 15 de Septiembre, 2007
Fuente: http://redactores.zoomblog.com/archivo/2007/09/15/breve-consideracion-sobre-el-racismo.html
El racismo es un mal social. Un cáncer que marca vergonzosamente la civilización humana. Desde la heladez de los Wurm en la última glaciación hasta nuestro tecnificado siglo XXI, el hombre no ha logrado dominar su propio sentimiento de discordia que lo mantiene en una lucha entre congéneres que lo sitúa al nivel de la barbarie.
Y libros que estudian las distintas etapas de la sociedad humana registran estas actitudes, como el de Georges Duby intitulado "Hombres y estructuras de la Edad Media", que retrata en sus paginas el vasallaje al que eran sometidos los campesinos con actitudes discriminatorias, de modo que la nobleza sólo fue el ejercicio de adquirirse un nombre en célebres batallas, y no por ser de sangre azul. Del dominio sobre el hombre, nacieron los reinos.
Lo sucedido con Samuel E"too en un juego del FC Barcelona, donde el futbolista fue insultado por un público absurdamente cegado por una visión reduccionista que les impedía ver la calidad deportiva de este hombre, es un ejemplo claro de racismo, del llamado "apartheid" llevado al colmo de la ignominia.
Podríamos buscar una explicación de este razonamiento en la época colonial, y películas como "Raíces" que desnudan la espantosa estratificación social que dominaba el entorno, son una muestra acabada de este fenómeno de "superioridad" como lo ejemplifican los llamados cabezas rapadas. Pero no es la suma de toda la ecuación. Debemos considerar así mismo, la influencia de una sociedad alienada que busca estandarizar a los seres humanos, y utiliza los medios masivos de comunicación para definir este supracontrol, destinado a obedecer intereses de grupos económicos, insertos en el "ethos consumista" que Marvin Harris describe tan bien en su excelente ensayo "Jefes, cabecillas y abusones", cuyo poder mueve los hilos en este mundo.
El racismo sólo traduce la discriminación, que es una forma de división entre los hombres, expresada en las guerras, la pobreza y el hambre, cual jinetes apocalípticos de nuestra propia necedad humana.
Nuestra tarea es redescubrir los lazos que nos unen como hermanos y, a partir de ello, luchar juntos para construir una sociedad libre de prejuicios donde la solidaridad entre los hombres nos forje un mañana.
Debemos rescatar, la frase que el esclavo anunciaba a voz en cuello en la entrada triunfal del ejército en Roma: "Recuerda que sólo eres un hombre". Si lo olvidamos, estaremos perdidos.
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